Érase una vez una nación dónde todo el mundo era feliz, donde un nene
semianalfabeto sin la ESO se ponía a apilar ladrillos y ganaba 4.000 euros al
mes, donde los ministros se entretenían encargando estudios estúpidos sobre la
reproducción de la lagartija espongiforme, dónde a los políticos les regalaban
trajes que estrenaban en puticlubs (éstos con gastos pagados por el ayuntamiento
de turno), dónde existían traductores en el Senado, dónde todo era feliz y
feliza (por aquello de la igualdad).
Pero en este bonito país no todo era
perfecto, había un malvado llamado "El funcionario", tuvo que sacar unas duras
oposiciones, vago entre los vagos, tomador de cafeses y fumador de cigarros, de
trato desagradable, forrado (ganaba de unos 1.000 a 1.200 € al mes) y sinvergüenza,
que vivía de lo robado a los honrados banqueros y políticos, a los honrados
curritos que no defraudaban (curritos que sólo preguntaban por facturas con IVA
o sin IVA).
Pues bien, en este país nuestro protagonista, el de los 4.000
euros/mes, era un tierno obrero llamado Jonathan salido de un instituto sin
aprobar ni el recreo a los 16 años y que al volver un día del tajo decidió
comprarse un BMW serie 3 (Pack Sport con llantas, que tunea con fluorescentes y
un equipazo de música subwoofer incorporado) ademas de un chalecito adosado.
En el banco, el señor director generoso y muy amable le prestó el dinero
sin ningún problema y además mejorando la petición con un incremento del
préstamo, es decir más dinero, para que se diera un homenaje en la Rivera
Maya.
Pasó el tiempo, evolucionó el negocio de la construcción y un mal
día a Jonathan lo echaron del curro... ¿con qué iba a pagarse sus vicios?. Y
sobre todo, ¿su BMW?. Mientras... el malvado funcionario seguía trabajando
en la sombra, envidioso él de nuestro amigo Jonathan, que no tiene estudios y
dilapidaba los euros que ganaba.
Apurado, Jonathan fue a ver al Sr.
director del banco que, muy simpático él, no pudo ayudarle a pesar de que se
desvivía por los necesitados. El Sr. director, compungido, al ver que Jonathan
no podía pagar, y sobre todo que el banco no cobraba y no ganaba dinero, fue a
ver al mago bueno, ZP que con papá Obama y mamá Merkel decidieron que esto
no podía seguir así.
La solución estaba clara, salvar a Jonathan como se salvó al soldado Ryan, caiga quien caiga. ¿Y quien cae?... el malvado,
envidioso e inútil funcionario al que se le baja el sueldo y se le incrementan
las horas de trabajo (por aquello de la productividad, es decir, para que tengan
más horas de tomar cafeses y fumar cigarros).
Resumen-Secuencia:
•
Jonathan no paga lo que debe al banco
• El banco no cobra y le pide pasta al
Gobierno
• El Gobierno le da la pasta al banco quitándosela al funcionario
• El BMW y la casita lo paga el funcionario con su 5%