En el siguiente texto se describe, paso a paso, la mejor manera de amargarle el día a su médico y/o pediatra de cabecera. Fácil y cómodo.
- Cuando llegue a la consulta abra la puerta, sin llamar, y pregunte si está apuntado en la lista.
- En caso de que el médico tenga la suerte de tener la lista a mano y la paciencia de buscarlo, pregunte por qué aún no le han llamado, aunque llegue con media hora de adelanto.
- Si lo que encuentra es una mujer, pregunte dónde está el médico.
- También puede decirle a la mujer que si es ahí donde dan las citas.
- Cada vez que la puerta se abra para que un paciente entre o salga, asome la cabeza con cara de "¿aún no me toca?"
- En la sala de espera critique a la Seguridad Social y a los médico en voz alta y clara para que se le oiga desde dentro.
- Es un puntazo decir que el sueldo de todos los que están allí los paga usted directamente. Sobre todo no mencione que el médico paga también impuestos y a la Seguridad Social.
- Es también muy efectivo decir que el médico anterior, ya jubilado, era mucho mejor que el actual. Y, además, le hacía todas las recetas que quería.
- Si va a la consulta del pediatra, lleve a la abuela del niño. Si su intención no es amargarle, sino que directamente le odia, lleve a las dos abuelas.
- Cuando entre en la consulta y le pregunten qué le pasa, diga eso de, ¿no sé?, usted es el médico.
- Nunca vaya directo al grano: empiece desde que notó un primer síntoma, quince años antes, aunque no tenga nada que ver con su enfermedad actual.
- Si le preguntan si toma medicación, diga que unas pastillitas blancas, redondas.
- Deje encima de la mesa un fajo tremendo de folios con lo que haya encontrado en Internet sobre sus síntomas.
- Cuando vaya a revisión, diga que el tratamiento no le ha hecho absolutamente nada, aunque se le hayan ido la fiebre, la tos, la halitosis, y haya encontrado novia.
- El fonendo del pediatra, no está ahí para auscultar, sino para que el niño le arranque las orejas, con el consiguiente regocijo. Suyo, y de las dos abuelas.
- Cuando su hijo desconecte el cable del ordenador, remárquele al pediatra lo avispado que está para su edad.
- Insista en que el niño no come, aunque rebose por los dos lados de la camilla y lleve en el carro cuatro paquetes de gusanitos.
- Su madre y su suegra saben más que el pediatra. Y al niño siempre le hacen falta vitaminas.
- Cuando vea que el médico está a punto de despedirle, diga las palabritas mágicas: "y de paso, ya que estoy aquí..."
- Cuando el médico le paute un tratamiento, pregunte : ¿y esto no será malo??
- Ponga siempre mala cara cuando le receten un genérico. Todo el mundo sabe que son peores que los de marca.
- Si le pautan el medicamento de marca, más caro, ponga también mala cara. Claro, como el que paga es el contribuyente...
- Cuando salga de la consulta, tras haber ocupado el tiempo de ocho personas, y del café del médico, y llevando en la mano trece hojas de remisión al especialista, diga en voz muy alta: "Nada, lo de siempre, se pasan la pelota de unos a otros".
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