En
la mano, una cerveza. En la otra, el mando del televisor.
En la mesa, dos latas de cerveza ya vacías, el cenicero lleno y un plato con cáscaras de cacahuetes.
El cigarrillo, colgando de la comisura de la boca.
Viendo el partido de fútbol en la televisión, apenas dice ni hace nada si no es para acordarse de la familia del árbitro.
Ella sale de su habitación, monísima.
Guapa, elegante, arreglada y perfumada, pasa por delante de él cuando éste le pregunta:
- ¿Adónde vas tan empingorotada?
Ella le contesta:
- A dar un paseo con mis amigas
Antes de salir por la puerta, se detiene un momento, se queda mirando el lamentable cuadro y se hace, en alto, esta pregunta:
- ¿Será posible que yo un día vuelva a amarte?
A lo que él, sin apartar los ojos del televisor, responde:
- Y tú, ¿cuándo cojones has estado en Marte?
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