Su nombre era FRANZ REICHELT, un ingenioso sastre que, fascinado por los ensayos científicos de aerodinámica realizados en la torre Eiffel e inspirado en los diseños de Leonardo da Vinci, ideó una prenda de vestir única: un abrigo que servía de paracaídas, y que permitiría flotar en el aire a los más intrépidos de los señores.
Su invención tenía que ser puesta a prueba. Desde una altura considerable y con el objetivo de lograr un suave descenso a tierra, se lanzó un maniquí, que se estrelló rotundo contra el suelo. Aunque su fracaso se debió -arguyó Reichelt- a que no tenía posibilidad de abrir los brazos. Entonces, lejos de abandonar su oportunidad de éxito, decidió probarlo él mismo.
Pidió autorización a los ingenieros Maurice Koechlin y Emile Nouguiere, encargados de la construcción de la torre Eiffel, quienes se lo denegaron. Sorprendentemente, consiguió un permiso especial de la policía de París para realizar su heroico salto desde la primera plataforma (a una altura de 57,63 metros) de la torre, no sin antes firmar un documento que eximiera de toda responsabilidad a las autoridades del monumental proyecto.
La mañana del 4 de Febrero de 1912, periodistas, un equipo de filmación y una curiosa muchedumbre se reunieron a los pies de la torre para presenciar el acontecimiento. Reichelt se vistió con su laborioso invento, y con gran confianza subió a la primera planta de la torre Eiffel. Tomó posición al borde del gran balcón de acero. Concentrado, movió los brazos a modo de alas para tantear la técnica de vuelo. Un, deux et trois... un, deux et trois... un, deux et trois... Se aclaró la garganta, cerró los ojos... y se precipitó al vacío.
La violenta caída terminó con la vida del sastre, dejando un impresionante agujero de 35 cm. de profundidad en el suelo.
Los periódicos lanzaban la noticia:
"Como si presintiera el horrible destino que le esperaba, el desventurado inventor dudó mucho antes de lanzarse al vacío."
Cafetería El Sastre - C/María Auxiliadora, 87 [37005-Salamanca] Tfno. 923 234 758
El hombre que salto desde la Torre Eiffel - Franz Reichelt
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